En el complejo entramado de la salud humana, pocas relaciones son tan críticas y, a la vez, subestimadas como la que existe entre el sueño y las enfermedades neurodegenerativas, particularmente el Alzheimer y el Parkinson. Mientras la ciencia avanza en su comprensión de estas enfermedades, emerge una verdad ineludible: las alteraciones del sueño no son solo una consecuencia de estas condiciones, sino que también podrían ser un factor que contribuye a su progresión.
El sueño, ese estado reparador esencial para la salud cerebral, se ve profundamente afectado en pacientes que sufren de Alzheimer y Parkinson. En el caso del Alzheimer, los trastornos del sueño se manifiestan en despertares nocturnos frecuentes, disminución del sueño profundo y alteraciones en el ritmo circadiano. Estas perturbaciones no solo deterioran la calidad de vida del paciente y aumentan la carga para los cuidadores, sino que también se asocian con una progresión más rápida de la enfermedad. El sueño interrumpido impide los procesos de limpieza cerebral, cruciales para eliminar las toxinas acumuladas en el día, incluidas las proteínas beta-amiloide y tau, implicadas en el Alzheimer.
Por otro lado, los pacientes con Parkinson a menudo experimentan problemas similares, incluida la dificultad para conciliar el sueño y mantenerlo, lo que puede exacerbar otros síntomas de la enfermedad. Además, el sueño fragmentado puede afectar negativamente la capacidad del cerebro para realizar funciones esenciales de mantenimiento durante la noche, contribuyendo así al avance de la neurodegeneración.
Los trastornos conductuales del sueño REM (RBD) están fuertemente asociados con enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y el Alzheimer. Los pacientes con RBD experimentan episodios de actuación de sus sueños, lo cual es un predictor temprano de estos trastornos. Estudios sugieren que aproximadamente el 80% de los pacientes con RBD desarrollarán una enfermedad neurodegenerativa, como Parkinson o Alzheimer, a lo largo del tiempo.
En este contexto, la melatonina, esa hormona que regula nuestro ciclo de sueño-vigilia, emerge como una estrella brillante en el firmamento de la investigación. Conocida por sus propiedades antioxidantes y su capacidad para promover el sueño, la melatonina se presenta como una herramienta potencialmente poderosa en el manejo de las alteraciones del sueño asociadas con el Alzheimer y el Parkinson. Su rol en la regulación del ritmo circadiano puede ayudar a restaurar patrones de sueño más normales en estos pacientes, ofreciendo no solo un alivio de los síntomas sino también un posible freno a la progresión de la enfermedad a través de la mejora de la calidad del sueño.
Además, investigaciones recientes sugieren que un sueño profundo y reparador podría activar el sistema glinfático, un sistema de limpieza cerebral que elimina desechos y toxinas acumuladas durante las horas de vigilia. Este proceso es vital para prevenir la acumulación de proteínas nocivas asociadas con el Alzheimer y el Parkinson, ofreciendo una ventana de intervención terapéutica a través de la mejora del sueño.
Es fundamental reconocer que las alteraciones del sueño en estas enfermedades no son meros síntomas a manejar, sino señales de procesos más profundos en juego, que podrían ser claves para el desarrollo de estrategias terapéuticas más efectivas. La melatonina, junto con otras intervenciones que promueven un sueño saludable, podría ser una parte crucial de un enfoque integral para el tratamiento del Alzheimer y el Parkinson.
El sueño no es solo un refugio temporal de las demandas del día, sino un componente esencial de nuestra salud neurocognitiva. A medida que la ciencia desentraña más sobre cómo el sueño y las enfermedades neurodegenerativas están interconectadas, se abre la esperanza de terapias más efectivas que no solo aborden los síntomas, sino que también ralenticen la progresión de estas enfermedades devastadoras. La melatonina, con su doble papel de regulador del sueño y neuroprotector, podría ser un elemento clave en este esfuerzo, iluminando el camino hacia un futuro donde el manejo de estas enfermedades sea más efectivo.
Ignacio Brusco
Director del Centro de Alzheimer, Htal. de Clínicas, Facultad de Ciencias Medicas,UBA
Presidente de Alzheimer Argentina